Julio Burdman
Director de Observatorio Electoral Consultores y doctor en Ciencia Política
En lo específicamente relativo al presupuesto no es tan grave porque la Argentina funciona en forma distinta. Somos un país con alta inflación, con un marco legal que permite al Gobierno la reasignación de partidas presupuestarias y además con el back up que cuando no se aprueba un presupuesto, por default rige el presupuesto anterior. Por lo tanto el país sigue funcionando.
En otros sistemas políticos, pienso en el de los Estados Unidos, si no se aprueba un presupuesto el Gobierno no puede gastar, por lo tanto se produce lo que le ocurrió a más de un presidente del Siglo XXI, el shutdown del Gobierno: cuando no hay presupuesto se cierra el Gobierno porque la plata no se puede ejecutar.
En la Argentina eso no funciona así. En la Argentina vemos que un Gobierno puede zafar de esta situación y vemos que ya le ha pasado a más de un Gobierno que no tiene presupuesto.
Lo que me preocupa más es que se transmita, en el marco de la negociación con el FMI, que el país no va a tener acuerdos políticos para los temas económicos centrales y que todo esto genere nuevamente la sensación de que Argentina no va a poder renovar el acuerdo por la deuda con el fondo y que volvamos a los días de incertidumbre de la segunda quincena de noviembre, con los bonos que se empiezan a ir a precios de default.
En síntesis, me preocupa más la señal de ingobernabilidad de un sistema político argentino por una posible obstrucción opositora que el tema presupuestario que en el fondo tiene solución.